Palacios nazaríes III - Palacio de los Leones

03-03-2018   Eventos Alhambra

El palacio de los Leones y su patio es el culmen de la arquitectura y decoración nazarí

Y por fin nuestra visita guiada a la Alhambra nos lleva al Palacio de los Leones. En este palacio encontraremos el culmen de la arquitectura y decoración nazarí que llegó a su momento más álgido de la mano del sultán que lo mandó construir, Muhammad V (1354/59-1362/91). Los encajes de las yeserías, sus alicatados, sus techos de estalactitas y sobre todo el equilibrio de sus proporciones nos harán creer que verdaderamente estamos en el paraíso.

 

Llamado el palacio del Riyadh todo se dispone alrededor de su bellísimo patio. Fue un palacio destinado a residencia de Muhammad V donde se celebraban fiestas o veladas poéticas y musicales. Su patio porticado con 124 esbeltas columnas da paso a cuatro estancias principales: sala de los Mocárabes, de los Abencerrajes, de los Reyes y de Dos Hermanas.

 

El nombre del palacio se debe a la fuente central, imagen universal de la Alhambra, con sus doce leones de mármol blanco. Destaca del palacio la magnífica cúpula de mocárabes de la sala de los Abencerrajes y sobre todo el Mirador de Lindaraja en la sala de las Dos Hermanas. Tallada en la parte superior de la taza de la fuente, encontramos uno de los bellos poemas de la Alhambra, la más bella descripción de la Fuente de los Leones:

 

“Bendito sea Aquél que otorgó al Imán Muhammad

bellas ideas para engalanar sus mansiones.

Pues, ¿acaso no hay en este jardín maravillas que Dios

ha hecho incomparables en su hermosura,

y una escultura de perlas de transparente claridad,

cuyos bordes se decoran con orla de aljofar?

Plata fundida corre entre las perlas, a las que semeja

en belleza alba y pura.

En apariencia, agua y mármol parecen confundirse, sin

que sepamos cuál de ambos se desliza.

¿No ves cómo el agua se derrama en la taza, pero sus

caños la esconden enseguida?

Es un amante cuyos párpados rebosan de lágrimas,

lágrimas que esconde por miedo a un delator.

¿No es, en realidad, cual blanca nube que vierte en los

leones sus acequias

y parece la mano del Califa que, de mañana, prodiga a

los leones de la guerra sus favores?

Quien contempla los leones en actitud amenazante,

(sabe que) sólo el respeto (al emir) contiene su enojo.

Oh! descendiente de los Ánsares, y no por línea

indirecta, herencia de nobleza, que a los fatuos

desestima:

¡Que la paz de Dios sea contigo y pervivas incólume,

renovando tus festines y afligiendo a tus enemigos!”

 

Ibn Zamrak